jueves, 27 de diciembre de 2018

El Botones Octogenario


Los 80 años de Spirou (y Fantasio... y Spip)



Estas navidades me di el gusto de regalarme un libro precioso. El tercer tomo recopilatorio de la etapa de Franquin en Spirou y Fantasio. Trae 3 historias clásicas que nunca pude conseguir antes (El cuerno del rinoceronte, El dictador y el Champiñón, La Máscara), y varias paginas de extras que hacen más jugoso el disfrute del libro. 



El esfuerzo que está haciendo la editorial Dibbuks (que tiene desde el 2015 los derechos en español del personaje y pretende en los próximos 5 años editar todo el catálogo de sus 80 años de existencia) es digno de todos los elogios, pues el mimo con que está editado ese material no tiene comparación. Y lo merece, ya que Spirou (y la revista que lleva su nombre) es uno de los colosos del cómic franco belga que está a la par de Tintin. Aquí los amigos que casi no leen historietas exclamarán de sorpresa. Y los que leen y conocen la importancia de Tintin en el medio exclamarán de irritación ante semejante exageración, pero lo repito y lo sostengo.
Y para apoyar esa afirmación aprovecharé este espacio, para dar a conocer un poco el personaje a los neófitos, y para reivindicarlo ante los lectores de (otras) historietas, cumpliendo asimismo un justo reconocimiento a su 80 aniversario (antes que acabe el 2018).
Tiene los mismos años que Superman (y en este blog pueden encontrar algunas reseñas celebrando dicho onomástico), pese a lo cual  es poco conocido en nuestros lares. Evidentemente no ha tenido el despliegue mediático de los famosos superheroes, pero ademas su divulgación y distribución en latinoamerica ha sido muy inferior a otras historietas europeas como el mencionado Tintin, u otras también muy famosas, como Los Pitufos o Asterix.
Tal vez es conocido solo por verdaderos amantes del cómic, y quienes se hayan cruzado con el sin serlo, en algunas ocasiones lo mirarán con condescendencia asimilándolo como una copia de Tintin (algo que incluso a mi me pasó apenas lo conocí). Es tal su poca acogida, su poca fama en este hemisferio que no conozco personalmente a nadie que se hubiera leído alguna de sus historias sin que se las haya prestado yo mismo.
Sin embargo su popularidad y el cariño que se le profesa en Bélgica y en el resto de Europa es inmenso, asociándose incluso, como Tintin, a la identidad cultural belga.

Mural de Spirou en una calle de Bruselas
Una descripción corta de Spirou (para los que solo quieren leer hasta aquí) es la de un joven pelirrojo vestido de botones de hotel, que vive inimaginables aventuras a lo largo del globo, junto con su inseparable ardilla Spip, su mejor amigo Fantasio, y multitud de personajes que van apareciendo a lo largo de sus historias.



Pero esa descripción genérica (que se podría ajustar a Tintin, cambiando la ardilla por Milú y a Fantasio por Haddock) se queda muy corta. Como personaje y como creación Spirou es mucho más.
Y para explicarlo un poco mejor empezaré contando brevemente como lo conocí y como llegó a ser tan importante en mi vida de aficionado al cómic.
No puedo decir que haya sido compañero de mi niñez. Ese puesto está reservado, ademas de los superheroes, a los casi omnipresentes Tintin o Asterix. Incluso antes de conocerlo, tuve contacto indirecto (como muchos niños de mi generación) con un producto íntimamente relacionado, un personaje traído a nosotros por la todopoderosa Disney a través de su canal por allá por 1994: 
Lo reconocen? No es creación del estudio Disney.

Solo tiempo después supe que el Marsupilami no era una creación noventera de Disney, sino que venia paseándose por el medio gráfico desde hacía casi medio siglo, aparecido por primera vez de la mano del genial Franquin, en el volumen Spirou y los herederos.

Grande fue mi sorpresa años después cuando reconocí al Marsupilami en un libro de historietas, en compañía de 2 muchachos con aire inocente pero resuelto, que asumí que debían responder a los nombres de la cabecera de la portada:


Tenia 14 años cuando me hice a este ejemplar. Fue la primera vez que fui a Bogotá y conocí la Librería Francesa, donde encontré muchos ejemplares viejos de historieta francobelga (la "corriente" artística de Tintin o Asterix) de los que nunca había oído hablar.
La Mina y el Gorila, en esa edición de la extinta Junior Grijalbo, abre con la presentación de los personajes, recurso clásico, que en el momento en que lo leí me pareció un poco manido. No tenia la sutileza profesional que veía en mi (entonces) adorado Tintin (que consideraba la historieta más perfecta jamas realizada). El argumento se me antojaba ya visto (en alguna otra de tantas historias de aventuras africanas tipo safari).



El guión, siendo bueno, no logró cautivarme. Los personajes principales, un par de adolescentes mayores o jóvenes adultos aventureros bienintencionados, pero poco carismáticos, no lograron generarme empatía. Entre ellos estaba el mencionado Spirou, que para colmo de males tenia un mechón de pelo prominente, simil del de Tintin.


Incluso un primo mio al ver el ejemplar comprado me dijo lo que yo ya había pensado al leerlo. "Chevre, pero es como una copia de Tintin, no?" Auspicios poco favorables para un personaje y una colección que 20 años después se ha convertido en una de mis favoritas, con un cariño inmenso a la par del que le tengo a Tintin (en ocasiones incluso mayor).

Cuando cambió este concepto para mi? Dos años después, al volver a Bogotá, encontré un aluvión de cómics en varias librerías, sobre todo en la Lerner. Debido a su elevado precio solo podía hojear superficialmente los libros, pero eran tantos y tan variados los  personajes y argumentos de las distintas series de historieta francobelga, que noté como se abría otro universo de posibilidades inagotables al apetito casi incontrolable de mi imaginación.
Entre ellos había varios libros de ese personaje que no me había impactado tanto la primera vez, pero el ejemplar que tomé me atrajo de inmediato.



De alguna manera me cautivó la portada, con su aire "noir" que insinuaba una trama mas elaborada para alguien que como yo, de lleno en la adolescencia, ansiaba lecturas más elaboradas, más maduras.


En su interior los colores, no puedo decir más vivos, pues la mayoría eran tonos oscuros, sino con mayor contraste, asociado a formas más dinámicas, a un argumento atrayente y a medida que leía, a una sucesión de eventos ingeniosamente encadenados que hacían la lectura atrapante, casi adictiva.


Todos esos elementos hicieron "click" en mi cerebro para hacerme seguidor entusiasta del personaje y sus aventuras. Si bien no entendía muchas de las alusiones que hacían a un bagaje histórico del universo del personaje, eso no fue impedimento para disfrutar como enano de su lectura. Solo con el tiempo comprendí que aunque el personaje era el mismo, los autores y su forma de abordarlo eran distintos. Y esa variedad, ese potencial de fascinar al lector por medio de visiones creativas distintas  fue lo que me cautivo hasta hacerme un leal seguidor de la serie.

Viviendo en provincias, era muy difícil  acceder a los libros de historieta franco belga. Debía darme por bien servido ante la posibilidad de acceder al cómic de superheroes en buenas ediciones gracias a editorial Vid (cuyo impacto ya se comentó en esta entrada).
En una época en que el internet era arcaico, sin las inmensas ventajas actuales (entre ellas la descarga de cómics digitales a tutiplen), la expectativa generada por las posibilidades limitadas (por cuestión económica, de acceso geográfico y de estrategias editoriales adversas al consumidor) de conseguir nuevos ejemplares, aumentaba considerablemente el placer de su lectura una vez conseguidos.


Después de esos dos acercamientos, fui haciéndome a otros números cargados de nuevas aventuras del personaje, algunas verdaderamente apasionantes, otras insulsas, o simplemente no tan emocionantes, pero todas ellas aportando hilos para el telar de la composición del concepto de Spirou en mi psique de devoto del cómic, permitiéndome construir una idea más global,  como personaje y como estructura editorial. Y son todos esos elementos, recolectados a través de mi viaje lector por las ultimas dos décadas los que me impiden resumir en una frase lo que me emociona de Spirou.

Pero sí hay una idea firme (una opinión personal en todo caso, pero respaldada por muchos análisis de distintos autores y estudiosos del cómic) cuya insolente simplicidad asombrará tanto a los que (casi) nunca han leído cómics, como a los grandes conocedores del mismo: 
Spirou es mas o menos lo que podría haber sido Tintin si Herge hubiera permitido que otros autores continuaran sus historias.

Aunque Spirou apareció 9 años después, su Journal es anterior a Le Journal de Tintin, y se ha publicado de manera ininterrumpida por 80 años. 


Es la "libertad editorial" de Spirou lo que le ha permitido evolucionar mas allá de lo que se le permitió hacerlo a Tintin, pero guardando el sabor de un clásico. Con ello no quiero demeritar al aventurero periodista del mechón rubio (al que nunca le vimos un solo articulo escrito), ensalzando al botones pelirrojo (al que casi nunca lo vimos trabajando en un hotel).

Debo aclarar que en la historieta franco belga la gran mayoría de personajes (Tintin, Asterix,  Lucky Luke, Valerian, Los Pitufos y un larguísimo etcetera) son "propiedad" de sus creadores/autores, quienes de forma individual, o a través de empresas constituidas a partir del personaje en mención, ostentan los derechos sobre la divulgación, distribución, o cualquier modificación artística alrededor de la imagen del personaje. De esta forma las estrategias editoriales y por ende las historias que "vivirán" nuestros héroes son definidas exclusivamente por sus autores. A diferencia del cómic superheróico norteamericano (el genero mas ámpliamente difundido en el mundo), en donde los derechos de autor pertenecen a la editorial. Así el destino de Superman, Batman y todos los personajes Marvel y DC cómics que tan populares son hoy día gracias a sus películas es determinado por quien o quienes en un momento dado conformen la junta directiva de la editorial. Son ellos quienes deciden, de acuerdo a la cotización del producto en el mercado, qué artistas (guionista, dibujante, entintador, etc...) se harán cargo del personaje y que imagen quieren proyectar del mismo ante el gran publico. Dichos personajes son más productos comercializables que creaciones artísticas, y la rentabilidad de los mismos ha definido durante décadas el vaivén de sus historias con la consecuente irregularidad argumental que hace que un personaje como Batman (por citar al más popular) tenga tan buenas historias y otras absolutamente nefastas, a veces con muy pocos años de diferencia de publicación.
Esas dos formas de propiedad intelectual tienen para los personajes y sus lectores/consumidores ventajas y desventajas, que no hacen mejor o peor un sistema o el otro en términos de rentabilidad. La popularidad de Batman o los héroes Marvel es incontestable, equiparable a la del archifamoso Tintín. Donde parece tener más impacto la diferencia entre los dos sistemas es en la calidad de las historias. Siendo muy simplistas podríamos decir que el cómic norteamericano "mainstream", al obedecer a los designios de una compañía, se rige más por las fluctuaciones del mercado bursátil, considerándolo más "comercial", con historias menos elaboradas y de menor calidad; en tanto la historieta francobelga es mas "independiente", más "de autor" (lo que no impide que colección que no sea rentable en el mercado francófono, colección condenada al cierre). Lo anterior obviamente no deja de ser una burda generalización (hay algunas historias del género superheróico con unos niveles de calidad que envidiarían las más encumbradas series francobelgas), pero esa concepción, extendida entre la mayoría de conocedores del cómic, por más simplista que sea (y que menosprecia en cierto modo el genero de los superheroes), es la que prima, y lo hace en parte por el mayor valor intelectual que se da al cómic "de autor" sobre el cómic "comercial".

En principio, que un autor siga a cargo de un personaje por mucho tiempo le permite en cierto modo ser más "fiel a si mismo", a través de una consistencia  argumental, ideológica y estética muy sólidas. Es así como la imagen icónica de Tintin se mantiene casi inalterable, en tanto que la de los superheroes es un poco más difusa, dependiendo del artista y/o la etapa editorial en curso. Sin embargo, dicha autoridad sobre la propiedad intelectual también puede dar origen a ciertos "vicios" que ensombrecen la trayectoria de un personaje, ocasionados en parte por un agotamiento creativo de sus autores/creadores, quienes en la mayoría de los casos han optado por continuar la serie, con la consecuente mengua de calidad (Aunque hay otros autores que han decidido cortar por lo sano para evitar precisamente eso, permitiéndole a su personaje alcanzar más fácilmente la inmortalidad, siendo el caso de Mafalda (entre otros), que sigue vigente tras más de medio siglo, a pesar que Quino, su creador, dio punto final a sus historias en 1973). También en contadas ocasiones la rígida visión del creador del personaje le impide a éste evolucionar, tornándolo anacrónico, incapaz de generar impacto en un mundo en el que ya no tiene cabida, llevándolo a su desaparición.

Hay ejemplos más contados en que una decisión radical de un autor/creador sobre su personaje ha tenido consecuencias abrumadoras a nivel cultural y financiero. Tal es el caso de Tintin. Su creador, Hergé, dejó estipulado que tras su muerte ningún otro artista tendría derecho a continuar las aventuras del personaje, siendo la última de ellas publicada en 1976. Desde entonces los herederos de los derechos de imagen y comercialización de Tintin han buscado rentabilizar el personaje por medio de, más que las historietas (que aun se veden bien), del merchandising (que se vende mucho mejor), logrando, con el paso de las décadas la consolidación de un imperio económico cuya principal fuente de ingresos actuales (ademas de ropa, utensilios, derechos cinematográficos y televisivos), son las subastas de dibujos y planchas originales de Tintin, que han logrado cifras astronómicas. Moulinsart S.A., la empresa que gestiona el legado de Hergé lo hace con mano de hierro y es muy celosa de la calidad de los productos de merchandising pero sobre todo de la rentabilidad que le deben generar. Para nosotros, los asalariados promedio, los productos relativos a  Tintin (figuras, ediciones de colección de sus aventuras, etc) no son nada económicos. Ahora imagínense lo frustrante que debe ser para un niño, emocionado tras leer alguna de las historias de Tintin, encontrar que es imposible acceder a alguno de estos costosos productos de su héroe favorito. Obviamente será más fácil conseguir productos relacionados con sus héroes Marvel o DC, que abundan en todas las calidades y precios imaginables, y por ende se hará más fanático de los superheroes que del héroe de corazón puro. Lo anterior genera la incómoda sensación de que Tintin ya no es un personaje a la medida de niños y jóvenes, siendo ahora más apreciado por adultos nostálgicos (en el mejor de los casos) o coleccionistas insufribles ostentosos (en el peor de los casos). Pareciera que, tras casi un siglo, Tintin ha dejado de ser el héroe de los desfavorecidos y desafortunados, para convertirse en benefactor de los opulentos y de los empresarios tiburones.
Pero la consecuencia más grave para un lector de historietas (en el fondo un consumidor de buenas historias como cualquier buen lector de todo tipo de literatura), que ha pasado casi inadvertida en medio del sentido lamento por el devenir de la imagen cultural del más grande héroe imaginario de mi infancia, es el hecho de que no hay nuevas historias de Tintin hace más de 40 años. Gravísimo! Los que lo leímos y disfrutamos de niños tenemos casi memorizadas sus aventuras (al punto que no he querido releerlo en los últimos 20 años, esperando al haber olvidado sus detalles poder sorprenderme de nuevo la próxima vez que me asome a sus paginas). Los grandes personajes de la historieta mundial han seguido publicándose con mayor o menor fortuna, pero sin dejar de aportar nuevas historias cada poco o mucho tiempo. Tintin no. Ya no hay más. se acabó. Hay que contentarse con las 24 aventuras conocidas. Hay personajes creados para escenarios muy ajustados, para historias cortas (o una sola historia), algunos de ellos maravillosos, pero que no funcionarían por fuera de dicha historia. Pero otros, más icónicos, como Superman o Batman, Lucky Luke o Asterix, Garfield o los Pitufos, tienen el potencial de producir cientos de historias en las que pueden reinventarse sin dejar de ser ellos mismos, evolucionar sin dejar su aroma clásico. El hecho de que un personaje tan icónico y tan universal como Tintin, con un potencial imaginativo tan potente, casi inagotable, esté limitado a solo esas 24 historias, y que no tenga la oportunidad de ninguna aventura más me parece una de las mayores injusticias jamás sufridas por un personaje de ficción. 

Que tiene que ver lo anterior con Spirou? Que de entre todos los personajes imaginarios creados en cualquier medio cultural en la historia, es el que guarda más parecido con Tintin, no solo en las características estéticas (mechón de pelo característico, acompañado siempre de su inseparable ardilla Spip...) y argumentales básicas (joven casi niño, sin filiación familiar conocida, de corazón noble y valentía sin limites, trotamundos...), sino en los avatares de su historia editorial y en el impacto cultural generado a partir suyo, incluso en la virtud de elevar a su autor a la calidad de genio absoluto de la historieta. Y sin embargo no podrían ser dos personajes más distintos, y  la sola posibilidad de considerar al segundo una copia del primero es absolutamente insultante.

Para ahondar un poco en sus diferencias y semejanzas, nos enfocaremos directamente en Spirou, a través de un recuento histórico y bibliográfico del personaje.
Así como Tintin en sus inicios fue creado como un medio de proselitismo religioso católico anticomunista, Spirou también surgió como representación de un objetivo, más que como personaje con una idea establecida. El editor Jean Dupuis lanzo en Abril de 1938 un magazine inspirado en los comic-book norteamericanos, con el objetivo de impulsar la creación de historietas autóctonas belgas para el público juvenil, muchas de las cuales ya tenían argumentos desarrollados, listos para ser publicados en el primer número. Fue bautizado Le Journal de Spirou, nombre que en lengua valona significa "ardilla" (haciendo referencia a la astucia o intrepidez de este animal) y en tal medida se le encargó al dibujante Rob Vel crear un personaje mascota que representara el nombre y el ideal de la revista. El artista ideó a un botones de hotel, basado en sus propias experiencias como camarero naviero, y tomándose aun mas literalmente el sentido del encargo, creo a su inseparable ardilla Spip menos de un año después.
21 de Abril de 1938. Primera aparición de Spirou. El tono ingenuo que destila esta primer pagina camufla un recurso narrativo metaficcional muy adelantado a su tiempo: El artista en la historia, trasunto del propio Rob Vel crea al personaje que protagonizará la propia historia, con una frase inocentemente grandilocuente que sería premonitoria y contundente  "...será único en su género".

La primera aparición de Spip. 
En principio las historias del botones tenían una pagina de duración, primando en ella el humor inocente, dado el público infantil al que iban dirigidas. Un poco anodinas si la comparamos con el Tintin que se publicaba en esas mismas fechas (El reportero rubio ya contaba entonces con historias largas de aventuras a lo largo del globo y tenia en su haber por lo menos una obra maestra de la historieta de todos los tiempos: El Loto Azul).
La segunda guerra mundial sería determinante para la gran mayoría de historietas europeas en general y belgas en particular. Durante la ocupación alemana las publicaciones de Le Journal de Spirou (y muchas otras revistas) serian objeto de una feroz censura fascista, misma que repercutiría en sus autores, como en el caso de Rob Vel que, atrapado en circunstancias inherentes a la guerra, no pudo continuar con las aventuras del botones. Vendió en 1943 los derechos de autor de Spirou a la editorial Dupuis y ésta se encargo de ponerlo en nuevas manos. Ese evento casi fortuito sería el detonante de la futura evolución de Spirou como personaje. El depender de las decisiones de la editorial (más que del autor), similar a como ocurría con los recién creados superheroes en el nuevo continente (Ya entonces existía Superman, Batman, Wonder Woman... faltarían dos décadas para el aluvión de Marvel cómics) le permitiría crecer con cierta libertad, de mano de artistas con visiones y estilos distintos, pero ajustados siempre a ciertas condiciones tácitamente establecidas por la editorial de cara a la imagen que debía dar ante el Público.
Es por ello que a diferencia de Tintin cuya figura es inseparable de su creador Hergé, la "paternidad" de Spirou no puede ser reclamada por ningún autor. Cada uno de los artistas que han trabajado con el personaje han aportado elementos constituyentes de su condición de ícono. Si bien Rob Vel ideó al personaje, sus historias infantiles son un limitado prospecto de lo que vendría después.

Es así como podemos hablar de distintas etapas en la historia del personaje, relacionadas directamente con el autor o equipo creativo encargado en su momento del botones.
Ya mencionamos la de Rob Vel. Su reemplazo, Joseph Gillain, el gran Jijé, tomó las riendas del personaje desde inicios de la década del ´40, estilizando su figura y proponiendo aventuras menos rígidas, un poco más largas, con argumentos menos simples, con un enfoque más humorístico. Con el fin de darle un contrapunto surrealista más cómico que infantil al joven botones, crea al que sería su mejor amigo, Fantasio, en 1943.
Las siguientes viñetas son un ejemplo de la notable mejora en la etapa de Jijé. Las situaciones inverosímiles permiten el despliegue de ciertos gags humorísticos que enriquecen mucho el personaje casi plano que Rob Vel proponía:




No era para menos, siendo Jijé el grandísimo artista que fue. Un todoterreno, maestro de maestros en el difícil oficio de la narración gráfica. Siendo uno de los más apetecidos dibujantes en activo, tuvo que dejar  muchas de sus series en manos de sus colaboradores. Entre ellos se encontraba el joven André Franquin, quien se inició tímidamente con las aventuras del botones, desde 1946, con un estilo que inicialmente bebía mucho del de su maestro, pero que rápidamente evolucionó hacia una identidad artística poderosa y autentica, convirtiéndose en el autor definitivo de la serie, en lo más parecido a un "padre" para el universo de Spirou (como Hergé para Tintin). Con Franquin inició la considerada edad de oro del personaje. Sobre ello ahondaremos el próximo mes, cuando prosigamos con este monográfico sobre Spirou y Fantasio.

(Continúa en la entrada siguiente)  

Mientras tanto, para los interesados en el cómic francobelga en general, en esta pagina nos ofrecen un recuento histórico corto y sustancioso, fácil de seguir,  y que lo deja a uno con ganas de conocer muchas de las series y autores que menciona. Que lo disfruten.  


martes, 21 de agosto de 2018

El despertar

El regreso de Superman (II)


(Viene de la entrada anterior)   

Prosigo aquí con lo propuesto en el anterior Post, disculpándome por haberlos hecho esperar con ansias la continuación de este monográfico por el 80 aniversario de Superman. Empezaré entonces a contarles mas despacio la historia resumida de mi relación con el personaje.
Como la gran mayoría de los de mi generación, el contacto con el superhéroe de los calzoncillos rojos empezó de forma relativamente inconsciente. Es uno de esos iconos culturales que nunca sabemos desde que momento empezó a ser reconocido, como la Coca Cola, cuya  presencia indirecta en nuestras vidas llega antes que adquiramos una conciencia sobre dichos estímulos culturales, dándonos la sensación, al repensarlos, de "siempre haber estado allí". 
Rememoro momentos en el jardín infantil (recuerdos difusos) en que entre los muchos juegos con los amigos, competíamos por "quien hacía de Superman". Y a edad muy temprana, tal vez antes de aprender a leer (probablemente por alguna serie de televisión, o escenas de las películas que repetían en tele de cuando en cuando), ya sabíamos que Superman era el ser más fuerte del universo, que además de volar tenia visión de rayos x (y fantaseábamos con ver a través de las paredes), que podía derretir metal con su visión de calor y que podía congelar ríos con su super aliento, pero al mismo tiempo era vulnerable a la kriptonita (vaya uno a saber qué era eso, solo que funcionaba para parar al amigo que había "ganado" ser Superman con "tengo Kriptonita, pierdes tus poderes..."); que "Luisa Lein" era su novia, y que su peor enemigo era Lex Luthor.
Siempre obsesionado con envenenar a Superman...

La "Luisa Lein" que conocí cuando niño

La Luisa Lane que conocería un poco después en las revistas de historietas
En alguna época de la niñez muchos fuimos televidentes acérrimos de la serie de Los Superamigos:

que nos permitió asimilar mejor el concepto de Superman como el mayor héroe de la tierra, pero al mismo tiempo, empezábamos a notar, a pesar de nuestra infantil percepción de las cosas, que el personaje carecía de fondo. Solo era un símbolo, no una persona.Y su trasfondo emocional (su amor a tres bandas con Lois Lane, o los recuerdos de sus padres) se antojaba falso, acartonado, carente de significado, o lo que es peor, nos era absolutamente indiferente. En mi opinión eso es una muestra de la incapacidad de los guionistas de sacarle jugo a un personaje como este. Sobre ello volveremos más adelante, pues considero que para un escritor (y dibujante), hacer interesante a un personaje que "lo puede todo" es un desafío argumental muy superior a lo que la mayoría puede imaginar. 
En resumen, para mi (y mis contemporáneos), Superman era un superhéroe más televisivo y cinematográfico que un personaje de cómic. Solo tiempo después sabría que el medio que lo vio nacer fue el arte secuencial, mucho después incluso de empezar a conocerlo en las paginas de las revistas de historietas (de editora cinco, a quien le interese) que mis padres compraban, inicialmente a mi hermano, que era quien ya sabia leer, y posteriormente a ambos (y que nosotros conocíamos con el término ampliamente incluyente de "cuentos"). Pero yo ya, en mi analfabetismo, podía reconocer los aspectos básicos del personaje: La "S" en el pecho, la capa ondeando y el color azul y rojo.



Las revistas de editora cinco, las primeras historietas de superhéroes que leí
A finales de los 80s vino la serie de Superboy, y por alguna razón en el imaginario colectivo (mío y de mis amigos) ya existía la concepción de Superboy como una versión más joven y desenfadada de Superman que tenía más en común con nosotros que el señor “grande” de capa. Igualmente sabíamos (transmitido tal vez por muchos de los shows de dibujos animados que existían antes y durante nuestra infancia temprana) que  Superman tenia una prima, llamada Superchica, y como que también un perro, llamado...No, no Superperro, fallaron. Se llamaba Krypto. Teníamos también conciencia de otros secundarios como Jaime Olsen o los señores Kent, los padres de Superman en su identidad secreta.

Me detengo aquí para hacerme notar lo mala que es esa serie. Pero en la época que la veíamos era muy emocionante, con cierto aire de "modernidad" del que carecían las películas que existían antes que naciéramos. Curiosamente la serie televisiva salió un año después que, siguiendo cambios editoriales renovadores en los cómics, el personaje de Superboy fuera borrado de la existencia. Este tema, que por la radicalidad con que lo expuse genera curiosidad, lo dejo por ahora de lado para no perder el hilo, con la promesa de tratarlo más adelante.
Creo que fue en esa misma época en que adquirí más conciencia de lo que leía y repasaba los “cuentos de Superman” más detenidamente, aunque aún entonces no le prestaba mayor atención al argumento y poco notaba (o poco me importaba) lo sosas que resultaban algunas historias.
Al llegar a los 10 años habían aparecido otros superheroes (como estos, estos, o a mediados de 1993 la emocionante renovación de este) que intentaba de manera bastante pobre replicar en mis propios entusiastas esfuerzos por crear mis propias historietas (como muchos de los que tuvimos el gusto por la historieta como un estímulo familiar), y Superman había quedado desplazado en el pedestal de mi admiración por lo insípido que ya me resultaba. Sin embargo, la permanente exposición inconsciente a Superman en muchos medios ya había establecido un constructo cultural imbatible en mi subconsciente. Aun hoy, a pesar de estar lejos de ser mi personaje favorito, lo considero, de forma casi irrebatible como el arquetipo de “Superhéroe”, y sé que a casi todos les ocurre igual.
Cumplía yo 10 años cuando en el noticiero, en la sección de noticias internacionales, anunciaron su próxima muerte editorial (a finales de 1992). Tenía que ser un ícono popular muy poderoso para generar titulares de repercusión mundial. Aun entonces, a pesar de sentir que era un personaje importante, mi fascinación infantil por él ya había sido superada, tanto a nivel audiovisual, como a nivel impreso, pues en esa época los "cuentos" de superheroes de editora cinco se me hacían muy simplones, casi idiotas de los infantiles que eran sus diálogos (que en el inglés original no lo eran tanto, pero al ser traducidos lo simplificaban aun más, considerando a los niños hispanoparlantes no tanto como niños sino como retrasados mentales). Más simplones incluso que las aventuras Disney de Abril Cinco que hasta esa época eran mi lectura favorita del medio. Y ya entonces me consideraba un fanático de otro tipo de historieta, mas elaborada, con mas "sustancia" y sobre todo con diálogos mucho mas inteligentes y estimulantes, como eran Tintin o Asterix. 

Las historietas Disney ofrecían sana diversión sin pretensiones, e incluso sorprendían con algunas ironías que escapaban a nuestra comprensión infantil 

El impresionante nivel de detallismo para dotar del mayor realismo posible en la preparación de un ficticio viaje a la luna hacen de este díptico una joya desde su publicación 19 años antes de la llegada del Apolo XI a la luna. 

Asterix es una maravilla indiscutible. Y el  magnífico e ingenioso guion y su soberbia ejecución gráfica elevan este título en particular  como una obra maestra tal, que ocupa el puesto 23 en la lista de los 100 libros del siglo XX según Le Monde.

Pero entonces, porque me molesto dirán, en hablar y hablar sobre un personaje por el que hasta ahora no he demostrado mayor simpatía? Donde están los elementos que explican el cariño hacia el personaje que mencionaba en la anterior entrada? Ese cariño sobre el que he enfatizado tanto solo empezó a despuntar años después, a finales de 1995 (recién cumplía los 13) cuando nos vimos expuestos a un renovado estímulo historietístico de la mano de editorial Vid, que por primera vez, de forma ambiciosa pero respetuosa, metódica y organizada, ofrecía para la población colombiana (y de muchos otros países) la opción de sumergirse en ese universo de los superheroes norteamericanos de forma apasionante. Y es que la diferencia entre los "cuentos" de Cinco con los que crecimos y los "tomos" de Vid era pasmosa. No solo en tamaño, que respetaba el original norteamericano, sino en traducción, rotulación y sobre todo en la capacidad de dar un orden cronológico en sus historias, generando algo cuya ausencia ni habíamos notado: La sensación de "continuidad" dentro de un universo ficticio.


Mi mano alcanza a salir en la foto. Solo para dar una idea de la mejora en el tamaño del producto que nos traían 

El cambio también era estético. Las nuevas historietas ofrecían páginas con ángulos más espectaculares y dinámicos, que atrapaban al lector como nunca antes lo habían hecho

Obviamente dicha calidad elevaba los precios de una forma considerable. Para esa época (hace 22 años) pasar de una revista de $300 a $500 de 24 páginas a un tomo de 96 paginas de $3.600 convertía a las nuevas historietas en un producto de acceso más difícil, casi un lujo. Había que ahorrar más tiempo para comprarse uno de esos. Ello añadió un factor adicional en la cimentación de la afición a las historietas de los superheroes, fundamentado en el anhelo y el esfuerzo invertidos en conseguirlas.
Dicha explosión editorial prosiguió y se expandió por muchos años más, generando la aparición de muchos adeptos y de "conocedores" (muchos de ellos pedantes insufribles) de la historia no solo ficticia de los personajes, sino también de éstos como producto de mercadeo y su influencia en la tendencia de los gustos populares entre los jóvenes. En retrospectiva siento que fue una época interesante, pero cayo en los vicios del autoconsumo desmedido y luego en el olvido generado por la quiebra de la Editorial Vid a inicios de la década del 2000. 
Pero remontándonos al momento en que las nuevas historietas aterrizaron en los puestos de revistas, creo que la forma más fácil de explicar el impacto que ello generó en nosotros como consumidores de historias es darles un pequeño recorrido por el primer tomo de Superman-Vid que llegó a mis manos,en Octubre de 1995. 

Tras muchos años de lecturas, pasaríamos de revistas como ésta, con portadas que anticipaban la sencillez de la historia en su interior...  



sensación de sencillez (o de candor casi simplón) que se confirmaba al introducirse en sus páginas ....   




A un tomo cuya portada sugería más que mostrar, estimulando la imaginación y despertando las ganas por conocer que diablos pasaba, casi obligando a sucumbir al antojo de comprarla. 


Y aparecían los autores... los cómics de superheroes tenían autores!!

Y al abrir en la primera página encontramos esto: 



Una sola viñeta ocupando el total de la página, con un primer plano de un rostro mucho más realista y detallado y menos caricaturesco de lo que estábamos acostumbrados. Y no había ninguna introducción, ningún texto explicativo, desde la primera pagina quedábamos inmersos en la acción. No había concesiones. Tenias que ponerte al día sin ayuda, pensando en que la muchacha, llamada Tana, muy seguramente una reportera, estaba frente a algo aterrador. No había tiempo para pensar "Esto que tiene que ver con Súperman?", o preguntarse donde había un personaje familiar (alguno de la superfamilia, por ejemplo). Nada de eso, tenias que montarte en la historia, con la - hasta ese momento - incómoda sensación de haber llegado tarde. 
Esa primera página disparaba de forma contundente la curiosidad del lector recién llegado. Había que pasar la pagina cuanto antes. 
Al hacerlo nos encontrábamos con esto: 



Una página doble (cuándo habíamos visto un dibujo que ocupara una pagina doble en una revista de superheroes!?) que nos muestra una catástrofe (al parecer el puente colgante ha sido destruido por una explosión) en todo el esplendor que la perspectiva bien aplicada por el dibujante permite lograr, haciendo mucho más patente la impresión de zozobra. Y aquí nos enfrentamos a una forma de narración visual a la que no estábamos acostumbrados. Las 4 viñetas inferiores (para los despistados, los cuadritos pequeños) describen una secuencia, dan la sensación de que pasa un determinado tiempo en el que ocurren las acciones de los personajes. 



Pero esas 4 viñetas están supeditadas a la escena general, al dibujo central, que es uno solo, grande y estático, generando con ello muchas respuestas en el lector. Primero, la sensación consciente de ubicación espacial. No solo cada viñeta muestra el sitio exacto donde están los personajes, sino que, ubicadas todas ellas dentro de una viñeta más amplia, a modo de plano general, nos subrayan que cada unidad de espacio contenida en ellas hace parte de un todo espacial, expresado en la viñeta mayor como fondo. Ese recurso da mayor dinamismo a la narración visual, permitiendo centrar ésta en los personajes pero impidiendo al mismo tiempo que el ojo del lector pueda separarse de la visión global de catástrofe. Ello ahorra al dibujante la obligación de mostrar y realzar en cada viñeta la destrucción generalizada que ralentizaría las acciones de los personajes. El lector puede fácilmente seguir a los personajes sin separarse en ningún momento del plano general de la tragedia. Su atención está atrapada de 2 formas al mismo tiempo: una apreciación estática, como de una pintura, saboreando sus detalles y cómo éstos conforman un todo; y una apreciación dinámica, sustentada en la secuenciación de imágenes que sugieren una acción o serie de acciones. Ese es uno de los puntos claves de la experiencia del cómic o historieta. Citando a Scott McCloud, "Cuando las imágenes son parte de una secuencia, aun siendo una secuencia de tan solo dos -en este caso de 4 imágenes- el arte de la imagen se transforma en algo más: el arte de los cómics!". En ese momento de mi vida empecé a entender al cómic como medio capaz de expresar algo y generar una respuesta estética, haciendo uso exclusivo de los recursos propios de dicho medio, siendo imposible expresarlo de igual forma con los recursos de otro medio. Es decir, que esta escena si bien podría adaptarse al cine, o a la radio, o al teatro, jamás, jamás generaría la misma respuesta estética: la sensación de una acción, del paso del tiempo, usando para ello, paradójicamente, imágenes estáticas, que no dependen del tiempo. Dar esa sensación de "paso del tiempo" con recursos que se fundamentan en otra dimensión: el espacio. Eso eleva el cómic a la calidad de arte.
Si la anterior explicación no hace que se les desencaje la mandíbula de admiración ante las increíbles posibilidades de este medio, con tan solo analizar y deconstruir una página, me cuestionaré seriamente mi papel como divulgador del cómic.
En segundo lugar, el uso de las viñetas secuenciadas sobrepuestas a la viñeta mayor, pero contenidas en ella, genera a nivel inconsciente la sensación de que la hecatombe nos supera, que escapa a lo que el dibujante pueda mostrar, que es mucho mayor que lo que la pagina le permite comunicarnos. Es un recurso sencillo, pero muy potente y muy efectivo.
Como detalle adicional, para resaltar el arte de la narración secuencial, notarán que la forma de las 4 viñetas pequeñas no es cuadrada sino que asemeja la de una pantalla de TV,. Otro recurso sencillo, pero muy ingenioso, que ofrece mayor dinamismo, casi como si estuviera televisado en tiempo real.
Creo que, independiente de si nos gusta o no Superman, podemos convenir en que la narración hasta ahora nos ha atrapado, gracias al buen hacer de guionista y dibujante (sin contar entintador, colorista, etc...). 
Quiero dejar claro que si bien, en términos sencillos el cómic es "arte secuencial", hay incontables técnicas de expresión del mismo con muchas formas de usar este tipo de narración. Para ello les dejo una escena con una narración mas "clásica" (que hace parte de la historia de los marcianos mencionada más arriba) para que puedan apreciar la diferencia de técnica narrativa con la escena del puente destruido.



La sensación de acción en curso, del paso del tiempo se sigue notando, pero de una forma lineal,  sin la contundencia y sin la potencia que tiene la escena del puente. Pero desengáñense, aunque yo no había visto ese tipo de narración visual en las historietas de superheroes antes de comprar ese cómic de los "supermanes", dando la impresión de ser algo muy moderno, esos recursos que describí arriba (y muchos más, igual de sorprendentes) se vienen usando hace casi un siglo. Es esa versatilidad en la forma de narrar que ofrece el medio lo que me chifla, lo que me apasiona.
Pero dejo de lado esta demostración de onanismo mental, para centrarme de nuevo en lo que los ha traído aquí. La historia como tal:
Quedamos en el socorrido Cliffhanger de la ultima escena, (En TV, del ultimo minuto del capítulo), de la ultima viñeta, de la última pagina:

El desenlace de esa acción en particular no es importante para el objetivo de esta reseña... bueno, está bien, les muestro que sucede:

Ahora si, zanjado ese asunto, como lector me interesa saber quien diablos es esa gente? Inicialmente tenia curiosidad por Tana Moon, pero ahora que mencionan a Superman, mi atención se concentra en él. Ese es Superman? ese punk? Aunque Tana menciono algo de "...la joven encarnación de Superman". Será Superboy? Porqué carajos no me lo explican con el consabido cuadro de texto que solía acompañar las historietas que leía de niño?
Por una razón sencilla: Porque la historia, el argumento, y sobre todo el guión son mejores. Y no lo eran apenas en este 1995, venían siéndolo hace mucho tiempo, pero desgraciadamente no habíamos podido ser testigos de la evolución natural del cómic de superheroes. En Colombia se seguían distribuyendo viejas ediciones, de  historias de los 50s a 70s y algunas de inicios los 80s, y teníamos ahora ante nosotros un producto fresco, con por lo menos 15 a 20 años de diferencia con los anteriores que nos demostraba como en ese lapso  de tiempo habían ocurrido muchos cambios, de manera gradual, pero que se antojaban súbitos para nosotros.
Seguíamos perdidos, sin la paternalista guía de los cuadros de texto explicativos, pero lo suficientemente atrapados para seguir con la lectura, para averiguar por nosotros mismos qué carajos estaba pasando, para conocer mejor a los personajes y ver si podíamos reconocer en ellos los que tanto tiempo atrás considerábamos tan familiares (y en cierto modo tan planos y superficiales).
Sigamos pues avanzando. Tal parece que el joven Superman y Supergirl (ya no se llama Superchica) resuelven la situación. Llama la atención que si bien los diálogos no son dignos de un Aaron sorkin, por lo menos tienen más fondo que los que acostumbrábamos encontrar en las revistas viejas. Se busca caracterizar a los personajes no solo a través de su aspecto visual sino también de su discurso. Se puede apreciar como este joven Superboy, o Superman o lo que sea, es más pendenciero que el Superman clásico, al soltarnos el casi patético "esto es... personal"

Tenemos pues, a dos miembros de la superfamilia interactuando...

El discurso de rebelde sin causa del joven Superman apesta, pero en esa época nos parecía muy "cool".
Hey! momentito, momentito. Qué son esos toqueteos y esas miraditas de "Si te agarro descuidado te hago pasar de superchico a superhombre en un soplo"? No que estos dos eran familia? Mucha descarga hormonal para mi gusto. Pero lo "horny" que se está poniendo esto nos ha distraído de lo más grave: Como así que el equipo Luthor? Ése Lex Luthor!?
Ah no. No el mismo Lex Luthor. Éste tiene pelo y no parece científico loco, sino un empresario arrogante y presumido.
No, no es calvo, por el contrario tiene demasiado pelo. Un símil del peor Lorenzo Lamas. Que dañinos fueron los 90s. Aunque no se parezca en nada al Luthor que conocimos se comporta igual de altivo y petulante. Pero de nuevo, nuestra sorpresa nos distrae de lo más grave: le dice "amor" a Supergirl. Amor! Lex Luthor! No basta con que la rubia aquella (donde está mi superchica original? Sniff) se haga la mosquita muerta con el superadolescente lúbrico y en el fondo se lo quiera merendar, sino que ahora el peor (el PEOR, en mas de 50 años de historia) enemigo de Superman se la esté merendando a ella.
Pero quien diablos es esta gente? Esto no parece una historieta de Superman. Ademas nos sueltan que el superhorny es un clon, no el verdadero superman, lo que nos dice que no todo puede estar tan jodido.
No importa que todo sea cada vez más bizarro, nuestro morbo nos hace seguir con la historia, que se pone mejor.

Ah, esto ya es más normal. Creo reconocer a los padres de Clark Kent. Y el viejo considera impostores a los de la TV... Impostores? En plural? Hay más aparte del "rebelde sin causa". Bueno, por algo el tomo se llama "El reino de los Supermanes". Lo se, lo se, qué esperpento gramatical. O supermen o superhombres, pero no a medio camino. Aunque en esa época nos sonaba muy rudo y nos gustaba mucho, y así aflojábamos los billetes, o se los hacíamos aflojar a nuestros padres, para satisfacer nuestro renovado vicio.
Bueno, el viejo también se indigna con el comportamiento de esa descocada. Pero se llama "Matrix"? No se llama Kara? O sea que no es la prima se Superman? Que alguien me explique.
Hasta este punto de la lectura voy notando que, aunque el argumento es mucho mejor y los diálogos son mas creíbles y fluidos, no me entero de nada. Siento que hay un enorme agujero en el tapiz de información que guardo sobre estos personajes. casi diría que me toca reaprender su historia.
Todo ello obedece a algo que, repito, o no existía, o no era significativo en las historietas antiguas de superheroes: la continuidad. La sensación de que al tomar cualquier historia te encuentres con los personajes en un punto mas avanzado de su vida, al que han llegado tras dejar atrás un pasado que no te habían explicado. Antes no debíamos preocuparnos por ello. Super era Super y sus aventuras eran autoconclusivas, sin consecuencias, siempre era el mismo y nunca cambiaba su statu quo: Luchaba contra Luthor o el villano de turno, salvaba a Luisa Lane, que se moría por él y despreciaba los halagos de Clark Kent, sin saber que eran la misma persona.
Ahora siento que cada personaje que acabo de ver desfilar por estas páginas viene desde hace mucho experimentando cambios que lo han llevado a ser el que me dan a conocer ahora en este momento, y que para conocer esos cambios tal vez deba buscar información en esos 15-20 años "oscuros". Cómo hacerlo con la poca bibliográfica que hay en esta ciudad, en este país, en este idioma?
Pero ahora surge la pregunta más lógica, y que sorprende que no la hayamos formulado antes, a pesar que llevemos varias paginas: Donde diablos está Superman? el original, el verdadero... Hay un original y verdadero?
Parte del misterio nos lo aclaran un poco más adelante.

Pero siento que más que aclarar las cosas, las vuelven aún más turbias.
Y aunque el argumento, la puesta en escena y la narración visual nos han atrapado, no dejamos de sentir desconcierto ante este mundo extraño que trastoca todo lo que conocíamos de Superman y sus personajes. Afortunadamente, no estamos solos en esa sensación:
Por fin! Algunos parecen ser los mismos. Luisa Lane y Jaime Olsen. Aunque ahora tengamos que llamarlos por su nombre real: Lois y Jimmy.
Aquí si parecen darnos luces que nos permiten contextualizarnos. Han "perdido" a Superman, y obviamente también a Clark Kent... Que significa "perdido"?
En esta, la ultima viñeta que les dejo hoy, una modernizada Lois Lane se convierte en el vehículo de algunas de nuestras inquietudes. No está segura de cual de estos "impostores" es el verdadero Superman, al igual que nosotros. Y al igual que nosotros, que sin saber nada de las historias de meses o años previos sospechamos, así no nos lo hayan dicho explícitamente, que lo que pasa es que Superman está muerto, en el fondo cree que no es cierto, que no está muerto, que debe haber alguna explicación..
Por fin encontramos alguien con quien hay cierta afinidad en este viaje a través de esta revista. Alguien que puede representarnos en esta travesía, haciendo de la experiencia una comunión entre lector y pesonaje(s). Y nos sorprende gratamente el sentir por primera vez al leer una historieta de superheroes que no solo nos atrapa por las emociones desencadenadas por una historia fuera de lo común, sino que nos atrapa también por todo lo contrario, porque también es una historia de personas comunes (exceptuando los obvios) en quienes podemos vernos reflejados, y de situaciones cotidianas en las que podemos encontrar eco de nuestras propias tribulaciones diarias.

Espero haber logrado en mayor o menor medida compartir con ustedes parte de las sensaciones que me sobrecogieron hace casi 25 años cuando leí por primera vez ese volumen de Superman. Fue ahí donde se despertó la emoción infantil dormida que sabía que esas historias me habían generado alguna vez. Obviamente, así como el espectador crece y madura, la historia tiene que hacerlo. En nuestra ignorancia habíamos considerado que un personaje tan famoso, o más bien, la forma en que nos contaban las historias de ese personaje no podía madurar. Y de qué forma contundente nos demostraban ahora lo contrario. No solo eso, empezábamos a comprender que en buenas manos el potencial que tienen estas historias de sorprender y entretener no tiene límite. 
Digamos pues, que hasta esa época de mi vida, la exposición mediática de Superman, su fortaleza como ícono de la cultura popular había permeado el camino del desarrollo de mi creatividad infantil, de la consolidación de mi capacidad de imaginar y dejarme llevar por historias propias y ajenas, haciendo parte indisoluble del imaginario colectivo y personal. Pero solo hasta ese momento (y para darle un final redondo por ahora a esta reseña) sentí el verdadero despertar de mi cariño hacia ese personaje (hacia esos personajes) y hacia sus historias. De cómo empezó a afianzarse y a robustecerse ese cariño, no solo hacia este personaje, sino hacia el cómic en general, hablaremos la semana que viene. 
Les agradezco mucho que me hayan acompañado a lo largo de todo este rato y espero que lo hayan pasado tan bien leyendo como yo escribiendo y organizándo la reseña.

Postdata para aumentarles la curiosidad y que ansíen la próxima reseña: volviendo a Lois, porqué dice "Clark" cuando quiere decir "Superman"?. Será que sabe que son la misma persona? No. Eso no podría ser. En los 50 años previos de historias jamás Luisa Lane confirmaba la identidad secreta de Superman.
Pero bueno, no es Luisa sino Lois. 
Siempre fue Lois....