viernes, 15 de febrero de 2019

Spirou, el Botones Octogenario

(3a Parte)

La Etapa Franquin II

La edad de oro de Spirou y Fantasio 

(Viene de la entrada anterior)

La semana pasada vimos como la llegada de André Franquin a la serie le dio un dinamismo del que carecía en sus ocho primeros años. Su primera aventura larga fue la mencionada Hay un Brujo en Champignac, pero fue el año siguiente, con la publicación de Spirou y los Herederos (1952) donde el descollante talento de Franquin se distanció totalmente de las ataduras argumentales y creativas de épocas previas, liberando su creatividad, trasladando a los lapices muchas de sus obsesiones como novel creador y narrador de historias



El argumento es sencillo y está estupendamente resumido y representado en la portada de la imagen superior. Fantasio se entera que su tío, al que no ve desde su bautismo, ha fallecido y sus bienes pasaran a uno de sus dos sobrinos, aquel que mejor lleve a cabo tres hazañas a saber: Inventar un nuevo aparato, original y de interés publico; Participar en una carrera automovilística (un "Grand Prix" de Formula) y clasificarse entre los seis primeros; descubrir, observar y luego capturar y ofrecer a un zoológico un animal legendario, un enigma de la naturaleza: un Marsupilami. El tío de Fantasio fue de los pocos civilizados que logró ver uno de esos seres en las remotas selvas de Palombia, en su juventud


A partir de este planteamiento Franquin da rienda suelta a sus pasiones: Primero, el placer de la invención de aparatos mecánicos que a pesar de ser imaginarios podrían ser muy factibles. Con Fantasio como un trasunto suyo, crea el Fantacóptero, sencillo artilugio muy útil para transporte personal y para actividades de rescate. Lo vemos en la portada y lo vemos aquí al lado. Siendo un elemento con un enorme potencial seria reutilizado por Franquin en posteriores aventuras, e incluso por otros autores hasta más de 50 años después de su primera aparición.      

En segundo lugar notamos un mayor esmero en la representación gráfica de los automóviles y el entorno relacionado con ellos. 

Franquin, como fanático del automovilismo, ambienta espectacularmente una carrera de fórmula 1, trasladando a las páginas de la historieta todo el vértigo y la emoción que se vive en un gran premio. Además, y desde entonces, se documentará incansablemente para que cada automóvil que aparezca representado en Spirou sea lo más auténtico posible, basándose en modelos reales del momento, pero fungiendo también como diseñador, pues si bien comparte con la gran mayoría de autores franco belgas el anhelo de veracidad en la representación de medios de transporte, va un paso más allá, creando sus propios modelos, que se harían muy populares entre los lectores y que no habrían tenido nada que envidiar a los autos del catalogo de famosas casas motrices.



Es en esta aventura en que hace aparición ese increíble personaje que es el Marsupilami, inicialmente como animal exótico, pero casi desde sus primeras viñetas dotado de una personalidad muy fuerte y característica que lo convertiría por derecho propio en otro protagonista de la serie, opacando a Spip como compañero fiel de los dos aventureros. Es la primera gran creación propia de Franquin (hasta ahora había trabajado con personajes ajenos, perfeccionándolos y haciéndolos más famosos, pero ajenos al fin y al cabo), y como tal, la protegería hasta el fin de sus días (más adelante mencionaremos que pasó con el Marsupilami al marcharse Franquin de la colección).


Si bien sus características fenotípicas se representan gráficamente desde su primera aventura, sería con el tiempo que se dilucidaría mucho del misterio de este enigmático animal. Cito aquí la descripción zoológica del mismo: "El Marsupilami es un animal de pelaje amarillo con manchas negras y una cola de casi ocho metros. Se le describe como un marsupial nacido de un huevo, un mamífero ovíparo, dotado de una notable agilidad que le permite sobrevivir en la jungla alimentándose de frutas, hormigas e incluso pirañas, es además un excelente nadador y como puede respirar bajo el agua es también descrito como un mamífero anfibio. Usa la cola adaptándola hasta tomar la forma de diversos instrumentos, lo cual le facilita el lidiar con situaciones complicadas ya que siempre se encuentra debidamente armado..." 
Muchas de esas características las fueron descubriendo poco a poco Spirou y Fantasio, con varias semanas de paciente observación, como dos naturalistas consagrados







También en esta historia hará su aparición un antagonista recurrente de la serie, el inescrupuloso primo de Fantasio, Zantafio. Inicialmente parece tratarse simplemente de un perezoso solapado interesado solo en su propio beneficio. Me dio la impresión de ser un poco insustancial en las primeras páginas, pero a medida que la historia avanza sus planes para fastidiar a Spirou y Fantasio se vuelven más arriesgados y peligrosos, pasando de irresponsable a pérfido y canalla. Tiene un asomo de redención al final de la historia, como apelando a que de todos modos el ser familia de Fantasio obliga a mantener cierta honorablidad en su actuar. Pero esperemos unos años, que volverá, más taimado, más astuto y con planes más grandilocuentes y tenebrosos.


Ademas de los aspectos macro que hemos mencionado, también hay ciertos detalles muy característicos de Franquin, que empezamos a reconocer y que se harán cada vez más patentes en el futuro, tanto argumentalmente como en lo gráfico. 
Uno de los más importantes es la inclusión de ciertos grados de fantasía subordinados a la disposición casi realista de las historias: En términos sencillos tenemos a dos jóvenes aventureros de a pie, cuyas peripecias se desarrollan en el mundo más real y plausible posible, regido por leyes naturales conocidas y establecidas. Un mundo análogo al del lector, en el que por ejemplo se dará por imposible que una persona pueda volar, lanzar rayos por los ojos, mover objetos con su poder magnético y otro sinfín de situaciones que ocurren en las historietas superheróicas.
Pero lo bello de historietas como Spirou (y muchas otras francobelgas) es la posibilidad, dentro de esas reglas aceptadas, de que los personajes se enfrenten a situaciones en ocasiones inverosímiles, saliendo triunfantes con actos prodigiosos, casi quiméricos. Por ejemplo, que un ciudadano común y corriente sea capaz de fabricar en poco tiempo un artilugio técnico fenomenal y revolucionario (como el fantacóptero), de convertirse (con mucho esfuerzo, eso sí) en un automovilista de alto rendimiento, logrando fama y fortuna, para poco tiempo después atravesar el globo como quien va a la tienda de la esquina y descubrir un animal mítico, un espécimen de características asombrosas desconocido para los naturalistas. El marsupilami es un animal imaginario, si, pero sus características no son tan descabelladas si los comparamos con otros marsupiales (como el ornitorrinco) cuyas historias de descubrimiento y el asombro que generaron en los descubridores bien podrían ser iguales a los de nuestros héroes.
En fin, se trata de un tipo de fantasía muy sutil, sojuzgada al marco semi realista del relato y que logra de manera orgánica la suspensión de la incredulidad suficiente para disfrutar de la historia sin desconectarnos de ella por inverosímil y chocante.
En futuras historias estos límites impuestos a la fantasía se liberarán un poco, permitiendo situaciones como viajes en el tiempo, contacto con alienígenas, lograr el nacimiento de un dinosaurio a partir de un huevo congelado (antecediendo muchos años a Jurassic Park), o eventos más sutiles como la transgresión de las leyes de la física logradas con artilugios científicos, pero nunca alejándose demasiado de cierta plausibilidad científica positivista.

En segundo lugar, y para los que gustan de la irreverencia de Deadpool, que rompe la cuarta pared, Franquin toma las posibilidades metareferenciales sugeridas desde la época de Rob Vel y las lleva un poco más allá, como en esta escena.


Ese recurso narrativo que Herge solo usa una vez (en Tintin y los cigarros del faraón) y del que parecería denigrar en las siguientes historias de su reportero, pretendiendo a futuro, tal vez, blindar a su héroe y al arte y oficio de narrar sus historias de la posibilidad de la parodia o la auto parodia, en manos de Franquin logra generar en el lector al mismo tiempo divertida alegría (antes que risa burlona) y una mayor complicidad con Spirou, permitiéndole sumergirse más en la aventura, casi como partícipe más que como mero espectador, potenciando la vitalidad de la historia narrada sin caer en el riesgo de la mencionada auto parodia. Conseguir ese equilibrio en la ejecución del recurso narrativo obteniendo de manera sutil los resultados expresivos más bellos (ser gracioso sin perder inocencia) es algo digno de un maestro, pues la maestría se logra en el dominio de los pequeños detalles, y Franquin, con la experticia con la que aquí se desenvuelve nos demuestra que está en camino de ser uno de ellos.
En el futuro este recurso metareferencial será revisitado con mayor o menor fortuna por el propio Franquin o sus sucesores, en la mayoría de las ocasiones de manera genial, dándonos algunos momentos absolutamente deliciosos.
Concluyendo, todos los aspectos mencionados (y muchos otros detalles y doble lectura que se me escapan en este momento) fundamentan la opinión de lectores y expertos sobre Spirou y los herederos como la primera obra maestra de un joven Franquin. 

Luego de ello vendrían otras aventuras en las que el ritmo narrativo de Franquin sigue siendo ágil y dinámico, y seguimos disfrutando con esas historias, y aunque no tienen para mí el mismo impacto que Spirou y los herederos, podría decir que Franquin se va afianzando en su estilo y sintiéndose más cómodo en su oficio de narrador gráfico.

En Los ladrones del Marsupilami (1952), la siguiente aventura, Spirou y Fantasio deciden devolver al Marsupilami a su hábitat natural, pero antes de que lo consigan éste es robado del Zoo donde había ido a parar al final del anterior libro. Tras muchas peripecias siguiendo el rastro de los ladrones, se reencuentran con el animal, al que le han tomado mucho afecto, afecto reciproco, pues el marsupial se encariña con ellos y no desea separarse de su lado. Es así como en la última viñeta vemos al Marsupilami viviendo con nuestros dos amigos, pasando desde este momento a ser un compañero fiel de sus aventuras a la par de Spip. 
De este álbum solo quisiera resaltar un pasaje, para hacer notar las cualidades de Franquin como narrador. El autor, como hemos visto, parece ser un fanático de los deportes (ya vimos una historia que gira en torno al boxeo y en el álbum anterior todo un recital de automovilismo de la mano de Fantasio). En esta aventura, a uno de los personajes, Valentin Mollet, el hombre que robó el Marsupilami (que en el fondo es un tipo inocente, y para entender esta contradicción vayan pronto a leerse la historia, no voy a revelar detalles) lo encontramos en un pasaje del libro como un jugador profesional de fútbol, haciendo alarde de sus dotes de crack, lo que también le da la oportunidad a Franquin de lucirse en la representación de un partido de fútbol.



Haciendo un pequeño análisis de la secuencia, podemos notar que el autor no tiene el trazo limpio y perfeccionista de Hergé, pero la verdad es que  con viñetas como estas Franquin, ya muy seguro de sí mismo, demuestra que no lo necesita: las líneas de movimiento alrededor de los personajes, aunque parezcan desordenadas, libres, hechas al azar, están milimétricamente dispuestas para generar, desde un nivel inconsciente, el mayor grado de veracidad en la expresión de la experiencia de movimiento en una situación particular, al igual que las posturas anguladas de los jugadores. La escena es casi cinematográfica. Aunque pueda parecer sencillo, representar en un medio gráfico (cuyo vehículo expresivo es estático) el movimiento y la acción y dar la mayor sensación de naturalidad en esa representación es una verdadera genialidad, un dominio soberbio del arte de la narración gráfica. Esa secuencia es una de las mejores representaciones del fútbol en movimiento que he visto jamás en un medio impreso. 

Seguiría El cuerno del rinoceronte (1953), que sin ser de las mejores historias, contiene varios elementos fundamentales en la consolidación del cosmos Spirouiano. Empezando por la primera vez que recuerdo que se haga mención explícita y repetida del trabajo de Fantasio como reportero del diario “Moustique”. Spirou, por asociación, siendo su amigo y colaborador, pasa a tener el papel implícitamente establecido de reportero freelance. Así, tras más de 10 años, cambia su ocupación de botones de hotel a reportero, habiendo pasado por una época de aventurero “sin oficio establecido”. Una vez más, se acerca conceptualmente a Tintin, pero a él nunca lo hemos visto pisar una sala de redacción ni sentarse a escribir un artículo más que en Tintin y los soviets. Spirou por el contrario hará de este oficio su modo de sustento y con el paso del tiempo veremos una retroalimentación entre la remuneración por los reportajes de sus aventuras y la financiación de nuevas aventuras que le permitan hacer nuevos reportajes. Eso sí, no queda claro quién es el fotógrafo y quien el redactor, aunque parece ser más Fantasio el titular en esta lid.

En segundo lugar tenemos la primera aparición del icónico Turbot - Rhino I: 
La trama de la historia gira en torno al intento de robo de los planos del diseño de un nuevo tipo de vehículo, que se desarrolla desde el ambiente cercano y citadino de parís llevándolos hasta lugares exóticos como el norte de África o el África central donde se desarrolla el clímax de la historia (con rinocerontes de por medio) Spirou y Fantasio evitarán finalmente el robo de los planos, y en recompensa recibirán de parte de la casa motriz un modelo del vehículo que salvaron, con una pequeña modificación en su trompa delantera como homenaje a la aventura vivida
Este auto, diseño completo de Franquin, será el orgullo de los dos héroes y los acompañará en muchas aventuras siguientes. Sería el primero de una larga serie de vehículos que constituiría una extensión de la identidad de los personajes y de la visión de sus autores a lo largo de las décadas.




El otro elemento importante es la adición de un nuevo secundario de peso a la serie, Seccotine, el primer personaje femenino de importancia de la serie. Poniéndonos en contexto, hace mas de 60 años el machismo inconsciente de la sociedad daba por sentado que los oficios que entrañaran audacia y peligro eran exclusividad de los hombres y ello se traducía en los medios de expresión artística y consumo como el cine y la T.V., con contadas excepciones (Ya en ese entonces Wonder Woman llevaba 10 años de publicación). Franquin, siendo una figura fresca en el medio, es más consciente de la igualdad de género y en tal medida nos muestra una construcción femenina tridimensional, alejada del modelo de damisela en desgracia que imperaba en esa época (como Lois Lane,etc). Seccotine funge como rival directa de Fantasio. El periódico "Le Moustique" la contrata como periodista porque ven mucha más audacia en su labor periodística que la de Fantasio.

Y vaya si lo demuestra. Ingeniosa, tenaz, e incansable en la consecución de sus objetivos.

Puede que leyendo a día de hoy esas páginas se note aún muchos prejuicios sobre la visión de la mujer en la sociedad, y a muchos contemporáneos se les antoje muy pobre la representación feminista del personaje, quien incluso fue victima de la censura (tratándose de una revista cuyo publico objetivo era juvenil, se le impedía al autor mostrar curvas muy sinuosas en las figuras femeninas), pero Seccotine representa un gran avance con respecto a muchos de los colegas de Franquin, superando con creces la misoginia de la que han acusado a Hergé (el único personaje femenino de importancia en Tintin es la irritante diva Bianca Castafiore), y teniendo en cuenta que aun faltaría una década para el movimiento de liberación femenina, su impacto como reivindicación feminista es mucho mayor de lo que podemos apreciar desde nuestro contexto actual.
Un Fan Art (su origen aquí) de Seccotine. Que personaje maravilloso nos ofreció Franquin. 

Dejando de lado las polémicas que surgen alrededor del debate sobre la igualdad de género, Seccotine es un personaje fabuloso, bien construido por Franquin, tridimensional, fuerte y sustancial. quien resulta ser más vivaz y despierta, menos ingenua y con más chispa que el propio héroe de la historieta. Pero es con Fantasio, su rival directo, con quien surgen los mejores momentos cuando los prejuicios de la época (representados por Fantasio) chocan con la vanguardista Seccotine.



En El dictador y el Champiñón (1953) Spirou y Fantasio toman la decisión largo tiempo postergada de regresar al Marsupilami a su hábitat natural en Palombia, con la desagradable sorpresa de encontrarse ahí con un nuevo régimen dictatorial en cabeza del usurpador general Zantas, que no es otro que un viejo conocido, el advenedizo de Zantafio, que ha logrado, gracias a una tenacidad y una ambición desmedida, hacerse con el poder del gobierno. Nuestros héroes se verán obligados a colaborar con el villano, cuyo afán de desencadenar una escalada militar contra el país vecino tiene como fin enriquecerse a costa de los bienes públicos propios y extranjeros. Obviamente se prestarán a un doble juego, simulando una comprometida adhesión a los planes de Zantafio, mientras se las ingenian para detener por todos los medios posibles la guerra, en una trepidante situación contrareloj, con la ayuda indirecta del conde de Champignac y de Seccotine, quien reaparece como corresponsal incógnita y hace las veces de espía infalible como único medio de comunicación de nuestros amigos con el extranjero.

El argumento le permite también a Franquin explayarse en una deliciosa sucesión de situaciones geniales, que van desde lo desternillante hasta lo magnífico, resaltando, al inicio del capitulo, al Marsupilami deshaciendo media Champignac con un frasco de Metomol, el nuevo invento del Conde, un extracto de seta que, aplicado en forma gaseosa, reblandece todos los metales.


A través de esta historia el autor aprovecha la oportunidad de plasmar su aproximación personal a la visión eurocentrista sobre la "república bananera", tan vista en la literatura de la primera mitad del siglo XX. En la historieta francobelga no sería el primero en hacerlo, ya Hergé lo había hecho 15 años antes con Tintin en La oreja rota, y Maurice Tillieux lo haría unos años después con Gil Jourdain en El infierno de Xique Xique. Incluso hilando fino, algunas viñetas sugieren un homenaje que se perpetua a través de varias creaciones de distintos autores. Siendo o no voluntario, es una de las cosas que me fascinan de la tradición historietística belga:
Extracto de la portada de La Oreja Rota, 1937. Por Hergé, para Tintin.

Viñeta de El Dictador y el Champiñón, 1953. Por Franquin, para Spirou y Fantasio.

Viñeta de El Infierno de Xique Xique, 1962. Por Maurice Tillieux, para Gil Jourdan. 


En 1954 llegaría La Mascara, considerada por muchos la cumbre de la primera edad de oro del personaje. En esta historia se abandona ese toque ligeramente fantástico que adornaba las historias precedentes, y se aboga por un relato más realista que los anteriores, con tintes de genero negro, debido básicamente a un cambio de registro: pasamos de la aventura como motor de los números previos, a un relato eminentemente policíaco o detectivesco que adopta magistralmente los elementos característicos del género: un misterio sutil y soterrado al inicio de la historia (que luego cobrará importancia fundamental), una sucesión de hechos equívocos cada vez más desagradables, una acusación muy grave con todas las evidencias en contra, una angustiosa sensación de persecución injusta e implacable, un clímax en que parece que todo está perdido (incluso, teniendo en cuenta el carácter juvenil de la serie, sentimos por primera vez miedo de un desenlace desolador para un personaje). Todo lo anterior guiado por el ritmo ágil e incesante que le impone Franquin a la historia, la hace una de las lecturas más apasionantes que ofrece el catálogo de historietas francobelgas.

La historia inicia con Spirou visitando a un amargado Fantasio, quien tras una discusión con su editor ha renunciado a su trabajo de periodista en "Le Moustique" y para colmo ha sido victima de un extraño robo.

El animo avinagrado de Fantasio facilita una incomoda discusión entre nuestros amigos, separándolos por un tiempo. El recurso de seguir a Spirou, sin tener una idea de las actividades de Fantasio permitirá que la duda germine en los lectores al ser testigos, posteriormente, de varios robos cometidos por Fantasio. Todas las evidencias están en contra suya, y la ansiedad por no tener forma de comprobar que su amigo es inocente asaltará a Spirou, incluso haciéndolo dudar de la inocencia de Fantasio.
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A partir de aquí nos vemos abocados a la fuga y posterior persecución de Fantasio, al más puro estilo de "El fugitivo". Con las fuerzas policiales de todo el país tras su pista, Fantasio tendrá que ingeniárselas para permanecer oculto y en constante huida al tiempo que trata de resolver el misterioso complot (si es que lo hay) del que es víctima, contando a pesar de todo, con la ayuda incondicional de Spirou. Su camino lo lleva entre otras peripecias, a esconderse en el sitio menos evidente: a la vista de todos. Como corredor en una etapa del Tour de Francia! Franquin, haciendo alarde de su genialidad, nos regala así una de las secuencias más fabulosas y divertidas de toda la serie.
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Aunque me muero de ganas de contarles cómo continua la historia y cómo se desencadenan los acontecimientos hasta llegar al clímax, no puedo frustrarles el gozo de descubrirlo por ustedes mismos. Solo puedo asegurarles que la historia mejora a cada pagina, enriqueciéndose con grandiosos elementos argumentales (que incluyen la posibilidad de una conspiración, una persecución casi mortal, una de las más rocambolescas y efectivas formas de esconder evidencia, un personaje herido y amnésico, y, como no podía faltar, las maquinaciones en la sombra de un viejo conocido...) que hacen de La Mascara una verdadera obra maestra de la historieta y de la narrativa de suspenso.

Recapitulando, pudimos testimoniar la evolución de Andre Franquin como artista y de Spirou como personaje, a través de cinco historias publicadas a lo largo de sendos años (incluyendo dos que son consideradas obras maestras), observando cómo el universo de Spirou crece, tornándose mas elaborado y sofisticado, gracias sobre todo a nuevos personajes secundarios estupendamente construidos por Franquin. 
El próximo mes espero mostrarles como Franquin se consolida como un gigantesco artista que, aunque con un estilo muy distinto, está a la par que Herge; y como Spirou pasa a rivalizar en popularidad con el periodista de los pantalones bombachos. Hasta ahora, aunque muchas de las similitudes que mencionamos en el primer post se mantienen, las particularidades de Spirou lo hacen tan diferente de Tintin, que por si solo es una de las mas extraordinarias creaciones de la historieta. 

Por lo pronto, para los que quieran ahondar un poco más, en estas paginas hablaron también (y lo hicieron tal vez mejor) de la etapa de Spirou que acabamos de tratar: 
Zonanegativa, y el segundo integral de Franquin. 
Eslahoradelastortas, con el tercer integral de Franquin.
La Fancueva y ViaNews con la reseña de la nueva edición revisada de La 

Y de nuevo, para los antojados que quieran saber más sobre Spirou, La Oficina de Spirou y Fantasio resolverá sus dudas. 

 







domingo, 20 de enero de 2019

Spirou, el Botones Octogenario

(2a parte)

La Etapa Franquin I

El campo de pruebas (1946-1951)



Aun lejos de todo su potencial, en esta viñeta (que homenajea sus primeras historias) se percibe el desbordante talento imaginativo de Franquin.

(viene de la entrada anterior).

Abordamos el mes pasado de manera general los inicios editoriales de Spirou, haciendo énfasis en ciertas semejanzas y diferencias con el arquetípico Tintin, hasta llegar a mediados de 1946, con el arribo de Andre Franquin a la colección, quien la dotó de una identidad artística poderosa y autentica, convirtiéndose en autor definitivo de la serie. Claro que lo hizo de forma pausada, inicialmente con un estilo muy similar al de Jijé, pero enfocándose más en la aventura que en el tono humorístico surrealista. 

Extracto de "El Tanque" la primera aventura de Spirou por Franquin, en el que aun lo vemos totalmente influenciado por el estilo de Jijé.
En los primeros 4 años se permitió experimentar con el ritmo y la composición de viñetas, alejándose estilísticamente de sus predecesores. Poco a poco fue otorgándole una identidad mucho más solida a sus dos personajes principales, apartando para siempre a Spirou de su trabajo como botones de hotel, convirtiéndolo en un ícono de la aventura pura y dura, capaz de competir con Tintin, aunque aun lejos de hacerlo con fuerza. Spirou ya no sería botones, pero el uniforme rojo permanecería para siempre como una seña de identidad de la que (casi) nunca podría liberarse. Al tiempo que hacia evolucionar a sus dos personajes los sumergía en aventuras cargadas de una creatividad no vista hasta entonces en la colección, coqueteando con muchos géneros, desde el clásico relato de aventuras o de viajes exóticos, pasando por el de detectives o policíaco, el misterio, la ciencia ficción, hasta las historias más costumbristas, más corrientes, en las que logra que el lector se sienta tan cercano a los personajes que podría ser uno más de los habitantes del barrio, como ocurre en la fabulosa Spirou sube al ring, de la que a continuación se muestran algunas viñetas.





De su primera etapa es tal vez mi favorita. En ella Franquin, partiendo de una situación bastante cotidiana, logra un relato gráfico delicioso, en el que abundan gags humorísticos que dependen más del ritmo rápido de la narración que de dibujos efectistas, dándonos una historia muy entretenida, eminentemente cómica, pero  sin caer en el facilismo del chiste forzado. Conectamos directamente con los personajes sin conocerlos, y si bien no se profundiza en ellos, en una o dos viñetas se logra la empatía o antipatía suficiente para dotarlos de vida. Las situaciones se suceden de manera rápida pero no forzada, y si bien no puedo mostrar mucho de la historia aquí (más bien con ello los invito a conseguir el libro para disfrutarla plenamente), las siguientes viñetas muestran como Franquin dota el clímax de una épica de barrio absolutamente entrañable. 







   
Otro de los elementos enternecedores de la historia es el siguiente: en una historieta de hace 70 años, muchísimo tiempo antes que el concepto fuera tan mediático como símbolo de lo reprobable y políticamente incorrecto, Franquin ya exponía un claro mensaje anti bullyng. No solamente con el recurso fácil y simplista del valiente Spirou como héroe redentor del débil, sino, sin dejar de ser divertido, mostrando como el "matoneo" debe considerarse algo despreciable contra lo que todos debemos unirnos. 









Durante esos primeros cinco años (1946-1951) en que Franquin pulía su estilo y lo hacía más personal, su padrino Jijé continuó publicando a su vez historias del personaje (La imagen muestra la portada de una edición completa de su labor en Spirou, de 1940-1951. Lastimosamente no tiene traducción al español. Pero esperemos que en un futuro no lejano Dibbuks se anime al reto).
Entre 1950 - 1951 Franquin, con guion de Henri Gillain (hermano de Jijé)  publica la primera aventura verdaderamente larga de Spirou y Fantasio: Hay un brujo en Champignac. En 60 paginas se narra la llegada de los dos amigos a un pueblecito de la campiña francesa que está lejos del apreciado paraíso bucólico que esperan encontrar. Hay misterios que empiezan a cebarse en la población (cerdos con manchas azules, vacas que se consumen en una noche o que producen cantidades industriales de leche... que resulta envenenada, etc) que victima de la ansiedad achaca los males a un gitano llegado recientemente a la población, al que tildan de brujo. Sin embargo el origen de las anomalías resulta ser de todo menos sobrenatural, a pesar de las misteriosas setas que aparecen por todos lados de forma inexplicable cada vez que ocurre uno de estos eventos.
La historia, sin ser de las mejores, tiene varios aspectos importantes que resaltar:
Ademas de la duración de la misma, es la primera vez que el universo de Spirou se expande con un microcosmos con identidad propia. Así como Tintin tendría Moulinsart  como escenario de muchas de sus aventuras, Champignac en cambrouse seria un lugar de visita recurrente y de residencia por temporadas de nuestros dos héroes. El pueblo cuenta con sus personajes arquetípicos: el alcalde, prosopopéyico y narcisista, pero en el fondo preocupado siempre por su pueblo. Su mano derecha, el secretario Duplumier, honrado menestral víctima de multitud de desgracias cuando las adversidades se ceban con el pueblito. El dependiente de farmacia, Dupilon, que realmente funge como el borracho del pueblo. Estos tres aparecerán prácticamente en todas las ocasiones en que la serie tome lugar en el pueblecito, dando pie a malentendidos ridículos que serán aprovechados en algún momento de forma magistral, en otros de forma bastante anodina, dependiendo del autor a cargo de la serie. Pero el aspecto más importante es tal vez la inclusión de uno de los secundarios con más trascendencia de la serie. Pacôme Hégésippe Adélard Ladislas, Conde de Champignac, afamado científico, autoridad mundial en micologia, inventor a tiempo parcial, y a tiempo completo uno de los sabios mas prodigiosos que existen.





 La primera aparición del alcalde, y de todo el pueblo como personaje coral
A pesar de ser la obra de un autor primerizo, con un guión ajeno, Franquin supo desenvolverse a las mil maravillas en su primera aventura de largo aliento. Su talento como narrador gráfico logra que el lector no se aburra, y a pesar de lo extensa de la aventura el ritmo se mantiene sin altibajos, en ocasiones se precipita de forma endiablada, generando momentos que, sin ser fundamentales para el desarrollo de la historia, son enormemente divertidos.




Cuando se publicó Hay un brujo en Champignac, Spirou ya era el personaje más popular y querido de la revista del mismo nombre y de su editorial propietaria, Dupuis (que tenia a su haber muchas otras series y personajes que se harían celebres), pero aun no tenia la contundencia de otras series con las que competía en el mercado belga, entre ellas un Tintin que en ese momento era la historieta más famosa del mercado francófono y el rasero con el que se media a las demás. Sin embargo el talento del joven protegido de Jijé, (talento en desarrollo, pero suficientemente contundente para que la compañía le confiase definitivamente el personaje) auguraba un futuro muy promisorio para Spirou, para la editorial y para el mercado belga.. Pero sería con la publicación de la siguiente aventura, en 1952, cuando Franquin daría un verdadero carpetazo erigiéndose como autor único y completo (guion y dibujo) dando rienda suelta a su creatividad, haciendo totalmente suyos los personajes, y llevando la serie por derroteros nunca antes imaginados.
De ello hablaremos en la tercera parte de este monográfico.

(Continua en la siguiente entrada)

Mientras tanto, aquí también hablaron mucho del primer Spirou de Franquin:
En la Fancueva, con un amor rayano en la euforia.
En Zonanegativa, con el profesionalismo y el esmero que ponen en cada tema que reseñan.
En eslahoradelastoras con el entusiasmo diligente de un admirador del personaje.

Y para los que la paciencia no les alcanza hasta la próxima reseña, La Oficina de Spirou y Fantasio es la web ideal para resolver sus dudas sobre el personaje y antojarse de todas (toodas) sus aventuras.